martes, 6 de mayo de 2014

ABORTO NO PUNIBLE.

SOCIEDAD › EFECTUARON EN EL AMBITO PRIVADO EL ABORTO NO PUNIBLE NEGADO EN UN HOSPITAL PROVINCIAL
La chica que pudo acceder a su derecho
A la adolescente, de 13 años, le habían rechazado la práctica en Moreno porque su embarazo, producto de una violación, llevaba 23 semanas. Ahora pudo hacerlo con medicamentos en un consultorio privado. Y se encuentra en buen estado de salud. Demandarán al hospital.

Fuente: pagina 12, martes 6 de mayo de 2014.





  Por Mariana Carbajal
“Volvió a ser una niña. Quiere ir de nuevo a la escuela”, resumió Lorena Alderete, de la Colectiva feminista Mujeres al Pie del Cañón, el estado de ánimo y de salud de la adolescente de 13 años de Moreno, luego de que finalmente pudieran realizarle el aborto no punible que venía reclamando ella –y su mamá–, desde que supo que había quedado embarazada como consecuencia de una violación por parte de su padrastro, según denunció en la Justicia. “Se encuentra en perfecto estado de salud y no tiene secuelas por la realización del aborto”, confirmó ayer Alderete a Página/12, tras visitarla en su casa.

La chica, a quien le habían negado la interrupción de su gestación en el hospital provincial Mariano y Luciano de la Vega, de Moreno, accedió a un aborto con medicamentos en un consultorio privado, y su atención concluyó en un hospital público fuera del ámbito de la provincia de Buenos Aires, donde fue dada de alta el sábado, sin que se detectaran complicaciones durante el procedimiento, precisó Alderete, quien acompañó a la familia en todo el proceso, junto con otras organizaciones de mujeres de la zona, integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Desde la Campaña se anunció que iniciarán acciones legales contra las autoridades hospitalarias “que pusieron obstáculos arbitrarios para que la niña pudiera acceder al aborto no punible”.

Uno de los argumentos que esgrimieron en el hospital fue que estaba muy avanzado el embarazo, que rondaba las 23 semanas. Al punto de que la médica Mariana Dunayevich, directora asociada del hospital, afirmó en declaraciones periodísticas que “la inducción del aborto en estas condiciones aumenta significativamente el riesgo de una eliminación incompleta de la placenta y de una hemorragia posparto con riesgo de muerte y de histerectomía, es decir, de poner en riesgo su capacidad reproductiva a futuro”. Sin embargo, reconocidos médicos obstetras como José Belizán, investigador superior del Conicet, y Fernando Althabe, profesor adjunto de la Escuela de Salud Pública de la UBA, descalificaron los dichos de Dunayevich y advirtieron que no tenían ningún basamento científico. En un artículo publicado el sábado por este diario, ambos especialistas, pertenecientes al Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria, dieron amplios argumentos –basados en evidencia científica– de que se le podía ofrecer el aborto inducido seguro a la chica –en el segundo trimestre de gestación– y con ello prevenir futuras complicaciones de continuar su embarazo. Es decir, indicaron que más riesgoso que la interrupción era seguirlo hasta llevarlo a término por tratarse de una niña.

Lidia Tundidor, coordinadora del Programa de Prevención y Atención a Víctimas de Violencia Familiar y de Género del Ministerio de Salud bonaerense, también planteó las mismas objeciones que Dunayevich.

La mamá de la niña, que denunció a su pareja por la violación de su hija, es militante piquetera y tiene un comedor comunitario en su barrio. La mujer tiene ocho hijos, el menor de 7 años, y una nieta de dos años y medio. Se trata de una familia con condiciones de vulnerabilidad social, económica, contó Alderete. Con su organización, Mujeres al Pie del Cañón, realizaron varias charlas sobre la problemática de la violencia de género en ese comedor comunitario. Por eso conocían a la mujer y a su hija y la acompañaron en todo el proceso. “La niña va a volver a la escuela pronto, seguramente se va a cambiar a otra para evitar la estigmatización por lo que le tocó vivir. Está cursando sexto grado. Pero cuando empezó con las denuncias dejó de ir. Mientras estaba en el hospital de Moreno, la semana pasada, nos preguntaba: ‘¿cuándo va a terminar todo esto?, ¿cuándo puedo volver a estudiar?’”, contó Alderete a este diario.

Ayer, desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y las organizaciones de Moreno Mujeres al Pie del Cañón, Mujeres Conurbanas, Confluencia Política 29 de Mayo, Las Rojas, la Campaña Contra las Violencias regional Oeste, y FOL-La Brecha, que acompañaron a la niña y su familia, denunciaron “el maltrato y las coerciones sufridas por ellas” en el hospital Mariano y Luciano de la Vega, así como “la falta de atención adecuada y de análisis pertinentes para realizar los diagnósticos necesarios, y la divulgación de datos de la historia clínica de la niña”.

Mientras tanto, el acusado de la violación todavía sigue prófugo. En el caso interviene el Juzgado de Garantías Nº 3 de Morón.

domingo, 13 de abril de 2014

viernes, 21 de marzo de 2014

texto seminario interdiciplinar DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS

Area Sexualidad, Género y reproducción
Dra. Marité Colovini


¿QUÉ SON LOS DERECHOS HUMANOS?
Son el conjunto de derechos que tiene toda persona por el hecho de serlo, sin importar su sexo, color de piel, edad, orientación sexual, religión, partido político, etc.
La finalidad de tales derechos es que el ser humano pueda disfrutar de una vida digna y desarrollarse plenamente.

¿QUÉ SON LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS?Los derechos sexuales y reproductivos son parte de los derechos humanos y su finalidad es que todas las personas puedan vivir libres de discriminación, riesgos, amenazas, coerciones y violencia en el campo de la sexualidad y la reproducción.
El Estado debe garantizar que toda persona pueda:
Decidir cuánt@s hij@s va a tener
Decidir el espaciamiento de l@s hij@s
Controlar su comportamiento sexual según su propia forma de ser, sentir y pensar sin tener miedo o vergüenza
Estar libre de enfermedades y deficiencias que interfieran con sus funciones sexuales y reproductivas


1- En la niñez y adolescencia:

EL DERECHO A LA INFORMACIÓN Y A LA EDUCACIÓN
Toda persona, hombre o mujer desde temprana edad tiene derecho a ser educad@ y debe tener igual acceso a información oportuna y adecuada sobre los servicios y métodos de regulación de la fecundidad, enfermedades de transmisión sexual y todo lo que se relacione con su vida sexual y reproductiva.
Esto implica que:

Todas las personas deben ser educadas y preparadas para asumir con responsabilidad las consecuencias de su conducta sexual y reproductiva.
L@s niñ@s y adolescentes, tienen derecho a que se les brinde información y se les vincule a programas de prevención de embarazos no deseados, maltrato, abusos y todo lo relacionado con el ejercicio de su sexualidad.

Las adolescentes embarazadas tienen derecho al apoyo especialmente de su familia, la comunidad y el Estado, a que se les brinde la información necesaria sobre su cuidado personal y de sus hij@s.

EL DERECHO A NO SER SOMETIDO A TORTURAS Y MALTRATOS
Toda persona tiene derecho a una vida libre de violencia.
Esto implica:

Toda persona tiene derecho a no ser agredida (física ni verbalmente) por su compañera o compañero sexual, ni por ninguna otra persona.
Nadie puede ser forzad@ a tener relaciones sexuales.

L@s niñ@s no son objetos de los adultos. Tiene derecho a ser protegidos de la violencia y el abuso sexual.

LOS PADRES JUEGAN UN PAPEL FUNDAMENTAL EN EL PROCESO EDUCATIVO Y DEBEN BRINDAR A SUS HIJOS E HIJAS INFORMACIÓN OPORTUNA Y ADECUADA SOBRE LOS TEMAS RELACIONADOS CON LA SEXUALIDAD Y LA REPRODUCCIÓN.


2- En la adolescencia y juventud:

DERECHO A LA VIDA
Este derecho lo tienen por igual hombres y mujeres, pero en materia de derechos sexuales y reproductivos, se relaciona particularmente con el derecho de las mujeres a no morir por causas evitables relacionadas con el embarazo o parto.
Esto implica que:
La mujer tiene derecho a no poner en riesgo o peligro su vida por razones de embarazo.

DERECHO A LA LIBERTAD Y SEGURIDAD
Tanto los hombres como las mujeres tienen derecho a decidir si tienen relaciones sexuales o no, con quién y con qué frecuencia.
Esto implica que:

Nadie puede ser forzad@ por otra persona (ni siquiera por su cónyuge) a tener relaciones sexuales.
Tod@s tenemos derecho a expresar nuestra preferencia sexual y a elegir el(a) compañer@ sexual.
Ninguna mujer puede ser forzada a tener un embarazo o un aborto, ni a ser sometida a una intervención sin su consentimiento libre e informado.
CUALQUIER INTERVENCIÓN MÉDICA RELACIONADA CON LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA DEBE SER AUTORIZADA POR LA PERSONA A LA QUE SE LE VA A PRACTICAR
EL DERECHO A LA IGUALDAD Y A ESTAR LIBRE DE TODA FORMA DE DISCRIMINACIÓN
Todos los seres humanos, hombres y mujeres, merecen un trato respetuoso.
La discriminación consiste en tratar igual lo que es distinto, y en tratar distinto lo que es igual. La igualdad no significa uniformidad.


Esto implica que:
Los hombres y las mujeres deben tener las mismas posibilidades de educarse y trabajar.
A ninguna mujer se le puede exigir prueba de embarazo para acceder a un empleo o concursar para una beca, etc.
Ninguna mujer podrá ser despedida de su trabajo o establecimiento educativo por estar embarazada.
Ninguna persona requiere autorización del cónyuge o compañer@ para planificar con cualquier método (incluyendo la ligadura de trompas o vasectomía).

NO HAY TRABAJOS “PARA HOMBRES” NI TRABAJOS “PARA MUJERES”.
TODAS LAS LABORES DENTRO Y FUERA DEL HOGAR DEBERÁN SER COMPARTIDAS POR HOMBRES Y MUJERES EN CONDICIONES DE IGUALDAD
EL DERECHO A LA PRIVACIDAD
Todas las personas tienen derecho a que se respete su intimidad. Los prestadores de servicios están obligados a guardar el secreto profesional.
Esto implica que:

La información que el personal de salud obtiene, relacionada con la vida sexual y reproductiva de una persona debe mantenerse en reserva y es parte de la vida privada del(a) paciente.

L@S JÓVENES AL IGUAL QUE TODAS LAS PERSONAS
TIENEN DERECHO A QUE SE RESPETE SU INTIMIDAD.
DERECHO A LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO

3- En la adultez joven y adultez mayor:

En lo relacionado con su vida sexual y reproductiva, toda persona tiene derecho a pensar y obrar libremente.
Esto implica que:
Ni la religión, ni el partido político, ni la cultura deben limitar a la persona en su forma de pensar o actuar frente a su vida sexual y reproductiva.

LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO SOBRE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA NO DEBE VERSE LIMITADA POR LAS IDEAS DE TIPO RELIGIOSO, FILOSÓFICO O CULTURAL
EL DERECHO A OPTAR POR CONTRAER MATRIMONIO O NO, Y A FORMAR O NO FORMAR UNA FAMILIA
Toda persona, hombre o mujer tiene derecho a elegir si se casa, cuándo y con quién.
Esto implica que:
Ninguna persona, por ninguna razón, puede ser obligada a contraer matrimonio.
Ninguna persona está obligada a permanecer casada ni unida a alguien con quien ya no es feliz.

LA DECISIÓN DE CASARSE O DE VIVIR EN PAREJA DEBE SER TOMADA CON PLENA LIBERTAD

Toda persona, hombre o mujer, debe tener a su alcance la más amplia información y servicios relacionados con los métodos modernos, seguros y aceptables para regular la fecundidad, incluida la anticoncepción de emergencia.
Esto implica que:
Cualquier persona, hombre o mujer, tiene derecho a elegir libremente el número de hij@s que quiere tener y el espaciamiento de l@s mism@s.
No se requiere la autorización del cónyuge o el(a) compañer@ sexual para planificar ni para elegir el método, cualquiera que éste sea.
LA DECISIÓN SOBRE EL NÚMERO DE HIJ@S DEBE TOMARSE LIBRE Y RESPONSABLEMENTE,
ES DECIR, TENIENDO EN CUENTA LAS POSIBILIDADES DE BRINDARLES MAYOR BIENESTAR
EL DERECHO A LA ATENCIÓN Y PROTECCIÓN DE LA SALUD
Toda persona tiene derecho a disfrutar de una vida sexual satisfactoria, libre de riesgos y a desarrollar su vida y relaciones de pareja en buenas condiciones.
Esto implica que:

Toda persona tiene derecho a la calidad más alta posible en la atención de la salud sexual y reproductiva.
L@S USUARI@S DE LOS SERVICIOS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA TIENEN DERECHO A EXIGIR QUE LA CALIDAD DE TALES SERVICIOS SEA ÓPTIMA
EL DERECHO A LOS BENEFICIOS DEL PROGRESO CIENTÍFICO
Toda persona tiene derecho a beneficiarse de los avances de la ciencia y el progreso tecnológico.
Esto implica que:

Toda persona puede disponer de métodos modernos, seguros y aceptables para regular su fecundidad y a estar informada sobre ellos

EL PROGRESO CIENTÍFICO NO DEBE ATENTAR CONTRA LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS
EL DERECHO A LA LIBERTAD DE REUNIÓN Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA
Todas las personas tienen derecho a asociarse para promover el reconocimiento y ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos y por ende el disfrute de una adecuada salud sexual y reproductiva.
Esto implica que:

Todas las personas tienen derecho a organizarse en busca del respeto, libre ejercicio y garantía de los derechos sexuales y reproductivos.

LA ORGANIZACIÓN DE GRUPOS QUE COMPARTAN LOS MISMOS INTERESES (MUJERES, JÓVENES, HOMOSEXUALES, ETC.) ES IMPORTANTE PARA EL RECONOCIMIENTO, LA OBTENCIÓN Y AFIRMACIÓN DE LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS

EN LAS RELACIONES DE PAREJA DEBE PRIMAR LA IGUALDAD, LA LIBERTAD Y EL RESPETO RECÍPROCO ENTRE SUS INTEGRANTES

LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS SON EL MARCO ÉTICO PARA GARANTIZAR LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS .

Derechos sexuales y reproductivos

Cristina Maoño y Norma Vázquez

FUENTE:

Diccionario de Acción Humanitaria
y Cooperación al Desarrollo

Derechos de las mujeres y los hombres a tener control respecto de su sexualidad, a decidir libre y responsablemente sin verse sujetos a la coerción, la discriminación y la violencia; el derecho de todas las parejas e individuos a decidir de manera libre y responsable el número y espaciamiento de sus hijos y a disponer de la información, la educación y los medios para ello, así como a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva. Así definieron los derechos sexuales y reproductivos de las personas tanto la Conferencia sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) como la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995).

Esta definición es una reelaboración de la realizada originariamente por el movimiento feminista, que formuló en los años 70 los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres como el derecho de éstas a controlar su cuerpo regulando su sexualidad y capacidad reproductiva sin imposiciones, coerciones o violencia por parte de los hombres, así como la exigencia de que éstos asuman su responsabilidad por el ejercicio de su sexualidad.

Las diferencias en la consideración del sujeto de estos derechos, mujeres o personas, dan cuenta de una tensión en la formulación de un conjunto de derechos nuevos que se derivan de las reivindicaciones feministas en el campo de la sexualidad y la fecundidad. Por un lado, el reconocimiento del doble patrón de valoración de las conductas sexuales de hombres y mujeres dio pie a la formulación del “derecho de las mujeres al placer sexual”; por otro, la constatación de que la desigualdad de poder entre los géneros[Género, Capacitación de, Género, cultura y desarrollo, Género, Igualdad de, Género, Intereses y necesidades de, Género y salud, Género, Género, Marcos para el análisis de, Género, Políticas de , Género, Roles de ] propicia que los hombres controlen los comportamientos reproductivos de las mujeres dio origen a la reivindicación feminista de “mi cuerpo es mío” y a la exigencia de la despenalización del aborto, y de cambios culturales y legislativos que garanticen el respeto a la integridad del cuerpo de las mujeres y propicien el empoderamiento femenino para resistir la coacción, imposición y violencia masculinas (ver mujeres, violencia contra las) en estos ámbitos.

A medida que avanza el debate, la investigación y las acciones de los movimientos de mujeres, así como las intervenciones de organismos estatales e internacionales en torno a estos derechos, se constatan las dificultades existentes para definirlos de manera inequívoca. Así, para Jelin (1993) existe una contradicción entre la demanda de autonomía de las mujeres en el control de su cuerpo y la exigencia de que los hombres asuman igualitariamente las consecuencias del ejercicio de su sexualidad; contradicción que exige una negociación y plantea las siguientes interrogantes: ¿Los derechos reproductivos son derechos de las mujeres o derechos enraizados en las relaciones de género? ¿Son derechos individuales o de la pareja? ¿Quién puede ser árbitro o instancia de justicia para dirimir conflictos?

Según Shallat (1993), los derechos sexuales y reproductivos no han sido formulados con suficiente claridad porque hacen referencia a aspectos de la vida privada que históricamente han estado excluidos de las esferas política y legislativa. Desde su concepción, los derechos sexuales y reproductivos son algo más que el derecho al aborto, a los anticonceptivos y a la planificación familiar, y no competen solamente a las mujeres sino también a los hombres, las parejas, los matrimonios, los adolescentes, los homosexuales y lesbianas, las prostitutas y otros colectivos cuyas actividades sexuales tienen lugar fuera de las definiciones tradicionales de pareja y familia. También señala que los derechos reproductivos no pueden ser separados de la sexualidad y que existen en el contexto de otros derechos, tales como el del consentimiento informado y la calidad de atención.

Por su parte, De Barbieri (1999) remarca que las ambigüedades y vacíos existentes en la formulación de los derechos sexuales y reproductivos realizada por las Conferencias Mundiales auspiciadas por la ONU, se explican porque:

a) Estos derechos tienen un estatus jurídico débil, pues han sido consensuados en programas y plataformas de acción que no son jurídicamente vinculantes para los signatarios.

b) En las mismas se hacen reiterados llamados a que el Estado, la sociedad civil y las organizaciones de mujeres adopten determinadas acciones, sin fijar de manera clara las tareas correspondientes a cada uno de esos sujetos.

c) No existen tribunales internacionales a los que recurrir en caso de violación de alguno de estos derechos.

Además de las dificultades que entraña definir el alcance de los derechos sexuales y reproductivos, su reconocimiento se enfrenta a dos tensiones políticas: por un lado, con quienes sostienen la urgencia de frenar la “explosión demográfica” en los países del Sur recurriendo, si es preciso, a métodos coercitivos para que las mujeres tengan menos hijos. Y por otro, con las Iglesias, en especial la católica, cuya jerarquía ha desconocido tradicionalmente las necesidades de las mujeres en el terreno de la sexualidad y la reproducción, obstaculizando el libre acceso a métodos anticonceptivos seguros y oponiéndose tenazmente a la despenalización del aborto.

Durante las últimas tres décadas se ha producido una importante reducción de la fecundidad en los países del Sur (excepto en el África Subsahariana), pasando de 6 a 3-4 hijos e hijas por mujer, y ha aumentado el uso de métodos anticonceptivos modernos del 10% al 53%, entre 1960 y 1994. Sin embargo, las organizaciones de mujeres de todo el mundo han denunciado los atropellos cometidos para lograr estas metas y han exigido que se respete el derecho de las mujeres a decidir libremente sobre su cuerpo. Esta reivindicación, planteada de manera pertinaz por los movimientos feministas en foros y conferencias internacionales, ha obligado a las Naciones Unidas a reformular sus conceptualizaciones y orientaciones en materia de derechos sexuales y reproductivos.

Así, mientras la Conferencia de Derechos Humanos (Teherán, 1968) reconocía que el derecho a la reproducción era un “derecho de los padres”, la Conferencia sobre Población (Bucarest, 1974) amplió su alcance como “derecho de las parejas e individuos”, en tanto la realizada en ocasión del Año Internacional de la Mujer (México, 1975) abordaba el tema desde la perspectiva del “derecho a la integridad corporal y al control de las mujeres sobre su capacidad reproductiva”. La Conferencia sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) ratificó el derecho de las mujeres a controlar su propia fecundidad a través del acceso y la información sobre los métodos de anticonceptivos, y el Programa de Acción emanado de esta conferencia se comprometía a “promover la equidad y la igualdad entre los sexos y los derechos de la mujer, así como a eliminar la violencia de todo tipo contra la mujer y asegurarse de que sea ella quien controle su propia fecundidad”.

Por su parte, la Plataforma de Acción Mundial aprobada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) reafirmó y fortaleció el consenso logrado en El Cairo. Gran parte de los textos sobre salud y derechos sexuales y reproductivos aprobados en la Conferencia sobre Población y Desarrollo se incorporaron directamente en los documentos de la Conferencia de Beijing sugiriendo, además, que “los gobiernos aseguraran la igualdad y la no discriminación, en la ley y en la práctica, adoptando medidas para proteger esos derechos”.

Cada día es más evidente la necesidad de que los acuerdos firmados en las Conferencias Internacionales de Viena, El Cairo y Beijing sean tenidos en cuenta en el proceso de vigilancia sobre el cumplimiento de los tratados relativos a derechos humanos, de modo que los gobiernos puedan ser jurídicamente responsables de las violaciones a los derechos sexuales y reproductivos. Como un paso en este reconocimiento, en 1995 la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF), organización voluntaria que trabaja por la planificación familiar, aprobó una Carta de Derechos Sexuales y Reproductivos en la que éstos son formulados a partir de doce derechos reconocidos en los instrumentos legales internacionales sobre Derechos Humanos (cartas, convenciones y pactos de Naciones Unidas), y que constituye una herramienta para el análisis y la vigilancia de las violaciones a tales derechos, aunque no es aún jurídicamente vinculante.

Carta de Derechos Sexuales y Reproductivos (IPPF)
Derechos HumanosDerechos relacionados con la salud sexual y reproductiva
Derecho a la vidaProtección de las mujeres cuyas vidas están en peligro debido al embarazo.
Derecho a la libertadProtección a las mujeres que corren riesgo de mutilación genital, acoso sexual, embarazos forzados, esterilización o aborto impuesto.
Derecho a la igualdad y a estar libre de toda forma de discriminaciónAcceso en igualdad de condiciones a la educación y los servicios relativos a la salud sexual y reproductiva. Protección contra todas las formas de violencia causadas por razones de raza, color, sexo, idioma, religión, o cualquier otro estatus.
Derecho a la privacidadProtección al carácter privado y confidencial de los servicios de información relativos a la atención de la salud sexual y de la reproducción. Respeto a la elección autónoma de las mujeres con respecto a la procreación.
Derecho a la libertad de pensamientoRespeto a la libertad de pensamiento de las personas en lo tocante a su vida sexual y reproductiva. Derecho a estar libres de la interpretación restrictiva de textos religiosos, creencias, filosofías y costumbres como instrumentos para limitar la libertad de pensamiento en materia de salud sexual y reproductiva.
Derecho a la información y la educaciónDerecho a la información correcta, no sexista y libre de estereotipos en materia de sexualidad y reproducción. Derecho a la información sobre beneficios, riesgos y efectividad de los métodos de regulación de la fertilidad
Derecho a optar por contraer matrimonio o no, y a formar y planificar una familiaProtección contra los matrimonios sin consentimiento pleno, libre e informado. Derecho a la atención de la salud reproductiva de las personas infértiles o cuya fertilidad está amenazada por enfermedades de transmisión sexual.
Derecho a decidir tener hijos o no tenerlos, y cuándo tenerlosDerecho de las mujeres a la protección de la salud reproductiva, la maternidad y el aborto seguros. Derecho de las personas a acceder a la gama más amplia posible de métodos seguros, efectivos y accesibles para la regulación de la fertilidad.
Derecho a la atención y a la protección de la saludDerecho a servicios completos de atención a la salud sexual y reproductiva. Protección de las niñas y las mujeres contra las prácticas tradicionales perjudiciales para la salud.
Derecho a los beneficios del progreso científicoAcceso a la tecnología de atención a la salud reproductiva disponible, incluida la relacionada con la infertilidad, anticoncepción y aborto.
Derecho a la libertad de reunión y a la participación políticaDerecho a reunirse, asociarse y tratar de influir en los gobiernos para que otorguen prioridad a la salud y derechos de la sexualidad y reproducción.
Derecho a no ser sometido/a a torturas y maltratoProtección a las personas contra cualquier tratamiento degradante y violencia en relación con su sexualidad y reproducción, especialmente en tiempos de conflicto armado.

lunes, 24 de febrero de 2014

Los niños y los videojuegos.

Los niños y los videojuegos
Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2014/02/22/opinion/OPIN-03.html
ESPACIO PARA EL PSICOANÁLISIS

El argumento que suele presentarse, desde la perspectiva de los mayores, hace hincapié en la violencia que se pone de manifiesto en muchos videojuegos..

Luciano Lutereau (*)
Con cierta regularidad nos preguntamos si los niños pueden (o deben) jugar a tal o cual videojuego. Para un psicoanalista de niños esta pregunta es el pan de cada día. No obstante, no es un aspecto sobre el cual el psicoanálisis pueda decir demasiado, no más de lo que ya han dicho Platón o Aristóteles.
El argumento que suele presentarse, desde la perspectiva de quienes nos consultan (padres, maestros, etc.), hace hincapié en la violencia que se pone de manifiesto en dichos juegos. Juegos en los que se dispara, se mata, se roba, etc. El temor explícito es que los niños aprendan conductas inmorales, que se apresten para vivir en una sociedad sin límites y sean antisociales en potencia. Sin embargo, el verdadero interrogante que se plantea apunta a otra cuestión, radica en el alcance de la ficción: ¿por qué un niño imitaría sin condiciones aquella clase de juegos? ¿Acaso eso no implicaría suponer que la frontera entre el juego y la realidad es frágil y quebradiza?
Estas dos preguntas no son novedosas. Están directamente formuladas en la República de Platón y la Poética de Aristóteles. Mientras que para el primero la Polis debía excluir a los poetas, dado que no enseñaban modelos de virtud a los jóvenes piénsese que, en ese entonces, los expulsados eran Homero y los trágicos (es decir, aquéllos que hoy más quisiéramos que nuestros niños lean), para el segundo la ficción permitía la recuperación de un goce estético inofensivo, con cierto valor de purificación del alma. Respecto de la importancia de la imitación en la infancia, Aristóteles decía lo siguiente:
“La imitación es connatural para los hombres desde la infancia y precisamente en esto consiste una de las ventajas de los hombres sobre los demás animales, pues los hombres son los más capaces de imitar y aprender por imitación. Además, es natural que todos disfruten con las obras de imitación”.
Dicho de otro modo, el debate que pareciera estar implícito en las preguntas anteriormente formuladas no tiene que ver tanto con los tipos de juegos (y sus temas) como con el modo en que entendamos lo que un niño hace al jugar. Asimismo, una primera conclusión que podría sacarse de esta disquisición sobre la filosofía antigua es que, al jugar, los niños aprenden. Pero, ¿qué “aprenden” los niños al jugar si la cuestión no pareciera vincularse con el contenido del juego (si es de muñecas o de autos, de amor o de guerra, etc.)? Para responder a esta pregunta sí es preciso realizar un rodeo por lo que el psicoanálisis puede decir acerca del juego.
En primer lugar, el juego podría delimitarse por oposición a la práctica utilitaria. En la vida cotidiana, nuestros actos están coordinados en función de fines, definidos por las metas a que llevan, mientras que el juego es lo inútil por sí mismo: no se juega más que para jugar. Al mismo tiempo, la experiencia lúdica implica una discontinuidad con el mundo del día a día; siempre es preciso resguardarse un poco para jugar, esto es algo que los niños se ocupan de cuidar con esmero. Por último, una tercera nota distintiva del juego es el tiempo en que acontece, dado que la discontinuidad anterior requiere de un segundo momento que la inscriba como tal. Dicho de otro modo, el juego invita al testimonio. Esto es algo evidente en los niños, cuando después de jugar en el encuentro con un adulto rápidamente buscan dar cuenta de lo que han hecho cuando jugaban. “Hoy jugamos a”, suele ser lo primero que dicen los niños a sus padres cuando salen del consultorio. Esta necesidad del testimonio es un aspecto fundamental, en la medida en que le da al juego su estatuto temporal: el juego se construye como una memoria esto es lo que los psicoanalistas llamamos “inconsciente”; sólo habrá sujeto del juego una vez que éste haya entrado en la narración. De ahí que la cláusula inicial del juego pueda resumirse en una especie de “Dale que yo era”, como si para jugar fuese necesario dejar a un lado lo que uno sabe de sí mismo, para ganar un efecto novedoso, el del acontecimiento, la experiencia y el aprendizaje.
Aprendemos porque tenemos memoria; o, mejor dicho, el aprendizaje que nada tiene que ver con una función cognitiva es la capacidad de generar experiencias en las que poder encontrarse a posteriori. En ningún momento crecen tanto los niños como cuando tienen la posibilidad de tener experiencias. En otros tiempos, el lugar privilegiado de la experiencia infantil eran las vacaciones, donde se construían los relatos y recuerdos que acompañarían a un niño durante todo un año. Esa experiencia decantaba en todo tipo de objetos, que motivan hasta nuestros días la industria del “souvenir”: trenzas, pulseras, caracoles, etc. Esos objetos maravillosos del verano son los índices de que se ha vivido lúdicamente durante un lapso de tiempo. Asimismo, llevemos esta reflexión a otro fenómeno mínimo y casi invisible: las bolsitas de cumpleaños, ¿quién no ha visto a niños llorar porque no pueden llevarse un recuerdo de una fiesta? Antes que un bien egoísta, esos recuerdos que valen menos por lo que esconden en su interior, son la huella que permite apropiarse de esa experiencia de juego que es cumplir años con otros. Todo juego, en última instancia, es también una celebración con otros.
Por eso, de regreso a nuestra pregunta inicial, respecto de los juegos que podría jugar un niño, la pregunta no es si juega a tal o cual cosa, sino el modo en que lo hace. Eso que hace el niño, ¿le genera una experiencia? ¿Tiene el ánimo de compartir lo que ocurre cuando pasó un determinado nivel? ¿De golpe no siente uno que es el niño quien nos está enseñando algo? Si esto ocurre, ¡es porque antes debió haber estado aprendiendo! Valga aquí el juego de palabras, “aprender” es “aprehender”. ¡Cuántas veces nos pasa que, en realidad, somos los adultos los que por un prejuicio moral no estamos dispuestos a escuchar lo que un niño tiene para decir!
El juego ocupa en la infancia el mismo lugar que el enamoramiento en la vida de un adolescente (y algunos adultos). Sólo a través del amor y el erotismo conservamos la capacidad de jugar. De la misma manera que nuestros vínculos amorosos hacen soportable los dolores de la vida, el juego sirve al niño para poder sobreponerse a la adversidad de un mundo sin fantasía. Un niño sin juego es un niño expuesto a la tristeza, aunque después de la delimitación del juego que aquí propusimos también podríamos pensar que no todo lo que habitualmente se llama “juego” implica jugar. Por lo tanto, el juego es mucho más (o algo muy distinto) que la diversión, es una cosa bien seria. La pregunta no debería ser si un niño puede jugar videojuegos violentos, sino que nosotros deberíamos preguntarnos por qué la industria del entretenimiento nos le da otra posibilidad de vivir el tiempo que no sea “pasar el rato”, pasar de una cosa a otra sin solución de continuidad. Un niño no juega para no aburrirse éste es otro prejuicio de los adultos; en el juego, un niño crece y se apropia del tiempo, con un caballo de juguete, un tablero o un joystick.

(*) Psicoanalista. Lic. en Psicología y Filosofía por la UBA. Magíster en Psicoanálisis por la misma Universidad, donde trabaja como docente e investigador. Profesor adjunto de Psicopatología en UCES. Autor de varias publicaciones, entre ellas los libros: “Los usos del juego” (2012) y “¿Quién teme a lo infantil?” (2013).


sábado, 15 de febrero de 2014

ACLARACIONES SOBRE PROCESO DE SEXUACIÓN

Marité Colovini 
Psicoanalista. 
Co-coordinadora Area Sexualidad, Género y Reproducción. Carrera de Medicina. Fac. Ciencias Médicas. UNR

La idea es que no hay posición sexuada de antemano. Es decir, la posición sexuada: masculina o femenina, no está determinada biológicamente ni genéticamente. Lo que se determina por la biología es el sexo biológico, anatómico, cromosómico o génico.
Pero el ser humano tiene que construir su posición sexuada sobre  su anatomía y sobre el modo en que ha sido nombrado o signado por el discurso social. (Referencia a los tiempos lógicos de la sexuación. Ver en el artículo que figura en cuaderno del alumno)

O sea: Cada ser humano se encuentra con el dilema de su sexuación y debe hacerle frente con los recursos que posee. Ese es el proceso de sexuación. Al termino del cual alguien podrá "decirse" hombre o mujer frente a otros y más aún, regular su goce sexual según la posición que adopte.

Así como dije que no hay posición sexuada "natural", tampoco para el ser humano hay una ley (natural) de atracción de los sexos. ( diferencia con la sexualidad animal)

 Además, como insisto en muchos lugares, no es lo mismo elegir una posición sexuada que elegir un objeto sexual. Son dos elecciones diferentes.
 Por ello, el resultado del proceso de sexuación será una posición masculina o femenina y el resultado de la elección del objeto sexual será homosexual o heterosexual (según que el objeto sea del mismo sexo anatómino o no).

Esta diferencia es muy importante, ya que si bien son dos elecciones, se realizan sobre campos diferentes. En uno lo que importa es la  propia relación al falo,( proceso de sexuación) y en el otro la presencia o no del órgano genital masculino en el compañero(elección del objeto sexual) . 

La importancia de conocer  que existe el proceso de sexuación, estriba en que muchas veces los médicos deben tomar decisiones que afectan a la sexualidad de sus pacientes y entonces pueden tomar en cuenta la posición sexuada elegida por el paciente y no sólo datos o fenómenos anatómico-fisiológicos. Para ello, deberán trabajar en equipos interdisciplinarios, ya que poder situar el modo en que alguien se ha posicionado sexuadamente no es posible por un interrogatorio o anamnesis, sino que se precisa de una escucha diferente, ya que incluye al Inconsciente. Este tipo de escucha es la que realiza el psicoanalista. 

lunes, 10 de febrero de 2014

EL JUEGO.



Fuente: Reynoso, Roberto ; Fonterosa, Lucy (colaborador) ; Huberman, Liliana (colaborador) ; Orbe, Lidia (colaborador) ; Reynoso, Lilian (colaborador) ; Sala, Viviana (colaborador) ; Wells, Irma (colaborador) Psicopatología y clínica infanto-juvenil.  Capítulo 2. Buenos Aires : De Belgrano, 1980


Teorías relacionadas con el juego
I. Sigmud Freud
Su primera descripción e interpretación del juego de un niño se encuentra en “Más allá del principio de placer”, en el cual describe el juego de un niño de 18 meses que acostumbraba arrojar un carretel por encima de su cuna al mismo tiempo que exclamaba “o-o-o” (sonido que significaba “fuera”, “fort”) y luego tiraba del hilo para hacerlo reaparecer exclamando “aquí”. La primera parte era repetida con mayor frecuencia aunque el mayor placer estaba en la segunda parte.
La interpretación que hace Freud se refiere a la renuncia de la satisfacción instintiva en la medida en que el juego le permite al niño no oponer resistencia a la partida de su madre, poniendo en escena en el juego la desaparición y el retorno de los objetos.
Freud se pregunta cuál es el motivo por el cual el niño convierte en juego un suceso penoso para él:
Si bien el niño se somete pasivamente a la ausencia de su madre, en el juego en cambio toma un rol activo al repetir el suceso.
Satisface un impulso reprimido de venganza contra la madre por haberse separado del niño.
Freud dice que los niños repiten en sus juegos todo lo que en la vida les ha causado una fuerte impresión, descargando de esta manera la energía de la misma. Asimismo hay un deseo dominante que influye en todo juego infantil: el deseo de ser grande y poder hacer lo que hace la gente grande.
El juego para Freud sería:
Una actividad simbólica, en la medida en que el niño escenifica la desaparición y el retorno de la madre.
Además del carácter sustitutivo en tanto permite al niño renunciar a una satisfacción instintiva, no oponiendo resistencias a que la madre se ausente, señala el aspecto elaborativo. A través del mismo el aparato psíquico del niño intentaría dominar las excitaciones recibidas, conectándose el cese de la excitación con el dominio sobre los objetos.
Mecanismo de identificación con el agresor, al referirse a los motivos que hacen que un hecho desagradable se transforme en juego (enunciado por Anna Freud).

II. Melanie Klein
Extrae conclusiones referidas a las funciones del juego.
El juego como lenguaje: explica que en los niños, los pensamientos y fantasías se expresan en el juego, y el afecto se manifiesta más intensa y abiertamente que en los adultos. Un niño pequeño entiende mucho más de lo que él mismo puede expresar en palabras, su forma de lenguaje principal es el acting out.
El niño expresa sus fantasías, deseos y experiencias de un modo simbólico por medio de juguetes y juegos. Al hacerlo utiliza los mismos medios de expresión arcaicos, filogenéticos, el mismo lenguaje que nos es familiar en los sueños. Para comprender el juego del niño se debe desentrañar el significado de cada símbolo separadamente y tener en cuenta a su vez todos los mecanismos y formas de representación usados en el trabajo onírico, sin perder de vista la relación de cada factor con la situación total. El juego es el mejor medio de expresión del niño.
El juego como expresión de fantasías, ansiedades y deseos: detrás de toda forma de actividades de juego yace un proceso de descarga de fantasías de masturbación operando en la forma de un continuo impulso a jugar, y este proceso que actúa como una compulsión de repetición, constituye el mecanismo fundamental del juego infantil y de todas las sublimaciones subsiguientes. Las inhibiciones en el juego y en el trabajo surgen de una represión fuerte e indebida de aquellas fantasías y, con ellas, de toda la vida imaginativa del niño.
Juego y ansiedad: Klein sostiene que las enfermedades psiconeuróticas surgen de la mayor o menor capacidad para dominar la ansiedad. Refiere que aún los niños pequeños tratan de vencer en su juego las experiencias desagradables. Por medio del juego el niño transforma las experiencias sufridas pasivamente en activas y cambia el dolor en placer. El placer no procede sólo de la gratificación por el cumplimiento de sus deseos, sino también del dominio de la ansiedad que el juego le ayuda a lograr.
En el juego, el niño no sólo vence una realidad dolorosa (la madre que se va) sino que también domina sus miedos instintivos y los peligros internos proyectándolos al mundo exterior.
Juego y aprendizaje: las fantasías promueven y mantienen el desarrollo del interés por el mundo externo y el proceso de aprendizaje del mismo, y que de ellas se extrae la fuerza para buscar y organizar el conocimiento del mundo.
A través de material clínico demostró cómo la función simbólica primaria de los objetos externos permite la elaboración de la fantasía por el yo y permite que las sublimaciones se desarrollen en el juego y manipulación, construyendo un puente entre el mundo interno (estimulando el interés por el mundo exterior) y el conocimiento de objetos físicos y acontecimientos.
Refiriéndose al juego imaginativo y espontáneo de representación, demostró que los mismos crean situaciones prácticas que exigen conocimiento del mundo externo. En cualquier momento puede irrumpir en el juego un nuevo campo de investigación y discusión y los niños pueden dar así un nuevo paso hacia el conocimiento.
Del juego al pensamiento: el juego espontáneo de representación crea y fomenta también las primeras formas del pensamiento “como si…” En este juego el niño recrea elementos de situaciones pasadas que pueden involucrar su necesidad emocional e intelectual del presente, y adapta paso a paso los detalles a la situación actual del juego. Esta capacidad para evocar el pasado en el juego imaginativo parece estar estrechamente relacionada con el desarrollo del poder de evocar el futuro en hipótesis constructivas, y desarrollar las consecuencias de los “si…” Así el juego imaginativo del niño es significativo no sólo por las intenciones de adaptación y creación, sino también por el sentido de la realidad, la actitud científica y el desarrollo del razonamiento hipotético.
El juego como elemento diagnóstico y pronóstico: al ser el juego un medio de expresión en el niño y susceptible de ser analizado, se deduce su valor como medio de expresión diagnóstica. Comprendiendo el juego de los niños, podemos calcular su capacidad de sublimación en los años venideros y podemos también decir cuándo un análisis lo ha resguardado suficientemente contra futuras inhibiciones en su capacidad de aprender y trabajar. El desarrollo de los intereses del niño en los juegos y las variaciones de la calidad y cantidad que representan nos permiten medir si su vida sexual en la fase adulta estará construida sobre buenos cimientos. Esto se sustenta en que todos los juegos y sublimaciones están basados en fantasías de masturbación.

III. Anna Freud:
Incluye al juego dentro de una de las líneas de desarrollo:
Desde el cuerpo hacia los juguetes y desde el juego hacia el trabajo:
El juego comienza como una actividad que le produce al niño placer erótico, y que compromete la boca, los dedos, la visión y toda la piel. Se lleva a cabo en el mismo cuerpo del niño (autoerótico) o en el cuerpo de la madre, sin una distinción muy clara entre los dos.
Las propiedades del cuerpo de la madre y del niño son transferidas hacia alguna sustancia suave que sirve como primer objeto de juego y que es cargado con libido narcisista y libido objetal. Según Winnicott, se trataría de un objeto transicional.
A partir del apego al objeto transicional, que es un objeto específico, se desarrolla un interés menos discriminado por juguetes suaves, que como objetos simbólicos son catectizados con libido y agresión, el niño se siente libre de expresar toda su ambivalencia hacia ellos.
Durante el día estos juguetes suaves van desapareciendo poco a poco, pero continúan ejerciendo una función muy importante a la hora de dormir, ya que como objetos transicionales facilitan el pasaje del niño desde la actividad diurna hasta el retraimiento narcisista necesario para conciliar el sueño. Estos juguetes son reemplazados durante el día por otros que no poseen en sí mismos el estado objetal, pero que sirven a las actividades yoicas y a las fantasías subyacentes.
La satisfacción directa o desplazada que el niño obtiene del juego va dejando lugar al placer por el producto final de la actividad. Sólo cuando el niño ha podido internalizar las fuentes externas de regulación de su autoestima puede experimentar el placer por el producto obtenido.
Transformación de la capacidad lúdica en capacidad “laboral”, cuando se adquieren ciertas facultades:
Control, inhibición o modificación de los impulsos para utilizar los materiales en forma constructiva en lugar de hacerlo en forma destructiva.
Realizar planes preconcebidos tolerando mínimamente la falta de placer inmediato y las frustraciones surgidas, mostrando mayor placer en el producto final.
Pasaje desde el principio de placer hacia el principio de realidad, fundamental para encarar exitosamente el trabajo a partir del período de latencia.
Las fases posteriores de esta línea de desarrollo dan lugar a una serie de actividades para el desarrollo de la personalidad, tales como el ensueño, los hobbies y los juegos estructurados. Así, los deseos que en una época anterior eran satisfechos en el juego, poniéndose en acción con la ayuda de objetos materiales, ahora pueden elaborarse en la imaginación en forma de ensueños conscientes, fantasías que pueden persistir hasta la adolescencia y aun posteriormente.

IV. D. W. Winnicott
Intenta situar lo simbólico en una zona intermedia entre lo subjetivo lo objetivo, estableciendo una relación entre el objeto transicional, el juego y la cultura.
A través del proceso de organización de la personalidad se llega a establecer una persona unitaria, lo que implica la existencia de un interior y un exterior y de una tercera zona que Winnicott describe como un espacio potencial entre el individuo y el ambiente.
El empleo de un objeto transicional por parte del bebé es la primera utilización de un símbolo y su primera experiencia de juego. Este objeto es símbolo de la unión del bebé y la madre, y se encuentra en el espacio y tiempo en que ambos se hallan en el inicio de su estado de separación. En ese espacio potencial, madre e hijo se unen y separan. Así, al llenarse el espacio potencial con juegos creadores, símbolos y lo que a lo largo constituye la vida cultural, se evita la separación.
Cuando el vivir se da solamente como una adaptación y acatamiento al mundo se origina el “sí mismo falso” o “falso self”, cuyo objetivo es la adaptación y no el vivir creador.
El juego es intrínsecamente excitante y precario. En éste falta en esencia el elemento masturbatorio. La emergencia instintiva perturba y detiene el juego, para jugar es necesario un monto de ansiedad que no supere ciertos límites.
Describe 4 fases en el desarrollo del juego, que van desde los fenómenos transicionales al juego, de éste al juego compartido y de él a las experiencias culturales.
Hay una fusión entre el niño y su objeto. El bebé tiene una visión subjetiva del objeto y la madre se esfuerza en otorgar realidad a lo que su hijo está dispuesto a hallar.
Hay una percepción más objetiva del objeto que depende de la existencia de una figura materna en condiciones de participar y devolver lo que se le propone. Esto permite al bebé vivir una experiencia de control mágico, llamada omnipotencia. Se establece un espacio potencial entre la madre y el hijo, denominado “campo de juego”.
El niño puede encontrarse solo en presencia de alguien, el niño juega confiando en una presencia interna que recuerda después de haberla olvidado.
El niño permite la superposición de 2 zonas de juego y obtiene placer de ellos. La madre es la primera interlocutora lúdica que inicialmente adapta su actividad de juego al bebé, para más adelante incorporar su propio estilo de jugar al reconocer que el niño tiene capacidad para aceptar o rechazar la introducción de ideas que le pertenecen. De esta manera aparece la posibilidad de “un jugar juntos en una relación”.

V. Erik Erikson
El juego es una función del yo que expresa un intento de sincronizar los procesos corporales y sociales en el sí mismo. Aunque no niega la posibilidad de una lectura simbólica, enfatiza la necesidad yoica de dominar las diferentes áreas de la vida, sobre todo aquéllas en las que le niño percibe que su sí mismo, su cuerpo, su rol social son incompletos y están rezagados. Así el objetivo del juego consistirá en alucinar un dominio yoico, pero también practicarlo en una realidad intermedia entre la fantasía y el mundo real. Propone que el juego es la forma infantil de la capacidad humana para manejar experiencias por medio de la creación de situaciones modelos y también para dominar la realidad por medio del experimento y del planeamiento.
Describe lo que él llama “esferas del juego”:
El juego autocósmico es el primer juego centrado en la esfera corporal. En un comienzo consiste en la exploración por repetición.
Más adelante el niño juega con personas y objetos a los que tiene fácil acceso. El niño adquiere en el interjuego con la madre los mapas básicos que se conservan como guías para la primera orientación del yo en el mundo.
La microesferea es el pequeño mundo de juguetes manipulables por el niño, mundo que él crea para volver cuando su yo necesita reparación. Es el primer contacto con el mundo de las cosas. Si el niño llega a atemorizarse y a desilusionarse en la microesfera, puede hacer una regresión a la autoesferea. Si el primer contacto con el mundo ha sido exitoso, el placer por dominar los juguetes se asocia con el dominio de los traumas.
La macroesfera es el mundo compartido con los otros. En un comienzo, éstos son tratados como cosas.
Erikson considera el juego como un medio de revelar la forma en que el niño experimenta y estructura su mundo y funciona dentro de él, asimismo le otorga valor como elemento terapéutico.

IV. Jean Piaget
Plantea tres categorías principales de juego en la primera infancia. Pueden presentarse simultáneamente, sin embargo durante la fase sensomotora aparecen exclusivamente los juegos como ejercicio. Los juego simbólicos alcanzan el mayor desarrollo entre los 3 y los 6 años, luego pierden importancia mientras que los juegos reglados alcanzan su punto culminante alrededor de los 10 años.
El niño va pasando poco a poco del ejercicio simple a combinaciones sin objetivo y luego a combinaciones con una finalidad. Cuando hay movimientos que se coordinan en función de una finalidad el juego de ejercicio se convierte en juego de construcción. De la construcción lúdica va evolucionando a través de transiciones insensibles hacia el trabajo, considerado como actividad adaptada.
Juegos de simple ejercicio:
Primer mes: período de adaptaciones puramente reflejas.
Entre el segundo y cuarto mes: se puede hablar de juego ya que el niño, una vez vencidas las dificultades de adaptación a una situación nueva, reproduce las conductas simplemente por placer. Los primeros juegos se refieren al propio cuerpo. En esta etapa no hay intencionalidad, es decir, las nuevas conductas que luego se repiten lúdicamente se aprenden por azar.
Entre los 4 y 8 meses: la actividad se dirige predominantemente a objetos del mundo exterior. Su conducta, en un principio autocéntrica, se vuelve más alocéntrica, orientada más allá de las fronteras del yo. En esta etapa la actividad manual está visualmente orientada. Esto le permite realizar las primeras alteraciones genuinas en el medio ambiente, iniciando así las primeras exploraciones del mundo exterior. En estas conductas hay semi-intencionalidad.
Entre los 8 y 12 meses: aparece la intencionalidad, cuando la meta se ha descubierto. Surge también la posibilidad de coordinar dos esquemas independientes dentro de una nueva totalidad (apartar un obstáculo para alcanzar el objeto deseado).
De los 12 a los 18 meses: aparece la transición hacia los futuros juegos simbólicos. Esta se manifiesta a través de ritualizaciones, un esquema anteriormente adquirido se repite con placer.
Juegos simbólicos: se distinguen de los anteriores en el hacer “como si”, o por la utilización de símbolos propios. Éstos dependen de la posibilidad de sustituir y representar una situación vivida por una supuesta.
El símbolo implica la representación de un objeto ausente. Se basa en el simple parecido entre el objeto presente, que juega el papel de significante, y el objeto ausente, que es el significado.
Pueden observarse transiciones entre el juego más sencillo del “como si” hasta la representación simbólica de escenas completas.
Alrededor de los 2 años: el niño se limita a hacer “como si” ejerciera una de sus acciones habituales.
Más adelante aplica esquemas simbólicos sobre objetos nuevos (hace dormir a otros objetos). El símbolo se separa así del ejercicio sensoriomotriz y se proyecta como representación independiente.
Posteriormente aparecen los juegos de imitación de conductas llevadas a cabo por otros (hacer como si leyera el diario). Los esquemas se imitan, no pertenecen al conjunto de las acciones propias.
Posteriormente estos esquemas son proyectados (hace leer al muñeco).
Más adelante se identifica totalmente con personajes u objetos (camina en cuatro patas y dice “miau”).
A partir de los 3 años el juego simbólico se enriquece notablemente, ya que se impregna de una gran imaginación. Se construyen y juegan escenas enteras y complejas. Esta nueva capacidad va a dar lugar también a una serie de combinaciones lúdicas donde aparecen frecuentemente deseos reprimidos en la realidad y que se satisfacen en el juego. Piaget las llama combinaciones compensadoras (un acto prohibido es ejecutado ficticiamente).
También intenta revivir situaciones desagradables transponiéndolas simbólicamente. Esta reproducción de las escenas fuera de su contexto le permite al niño asimilarlas paulatinamente y en cierta medida superarlas. El juego simbólico obra como catarsis y ayuda a restablecer el equilibrio afectivo alterado.
Entre los 4 y 7 años los juegos simbólicos comienzan a desaparecer, ya que al aproximarse cada vez más a lo real, el símbolo llega a perder su carácter deformante para convertirse en una simple representación imitativa y fiel de la realidad. Las construcciones en el juego se hacen más ordenas y coherentes, dando lugar a secuencias lúdicas más extensas. Hay una preocupación creciente por la veracidad.
Comienza también el simbolismo colectivo, hay un pasaje del egocentrismo inicial a la reciprocidad.
Juegos reglados: son juegos de combinaciones sensoriomotoras o intelectuales con competencia de los individuos, y regulados por un código transmitido de generación en generación o por acuerdos improvisados. La regla implica una regularidad impuesta por el grupo y su violación representa una falta. Estos juegos subsisten y se desarrollan durante toda la vida, dado que el juego de reglas es la actividad lúdica del ser socializado.
Aparecen de los 4 a los 7 años
Predominan de los 7 a los 11 años.
Los juegos de ejercicio son los primeros en aparecer y los menos estables, ya que surgen con cada nueva adquisición pero desaparecen después de saturarse.
El niño va pasando del ejercicio simple a combinaciones sin objetivo y luego a combinaciones con una finalidad. De esta manera el juego de ejercicio se convierte en juego de construcción.
De la construcción lúdica va evolucionando a través de transiciones insensibles hacia el trabajo, considerado como actividad adaptada.
Cuando el ejercicio se vuelve colectivo puede regularse y convertirse en juego de reglas.
A medida que el niño crece y se va adaptando a la realidad se dedica cada vez menos a las deformaciones simbólicas, ya que en lugar de asimilar el mundo a su yo, progresivamente va sometiendo éste a la realidad.
Es así que el juego en general va disminuyendo. En la medida que el niño intenta someter la realidad más que asimilarla, el símbolo deformativo se transforma en imagen imitativa y la imitación misma se incorpora a la adaptación inteligente.

C. Ontogenia del juego
4 meses: inicio de la actividad lúdica.
4 – 6 meses: aparición de juegos funcionales (juegos de placer de los sentidos), que se originan en una necesidad de actividad y ejercicio de funciones corporales. Al principio el niño juega con su cuerpo debido a que carece de posibilidades de acción sobre el mundo exterior. Mueve rápidamente sus piernas o sus manos, juega con su voz (laleo).
Este tipo de juego desaparece rápidamente porque el niño pronto se siente atraído por otros objetos. Luego, la actividad lúdica se centra en la prensión.
Aparecen primeros intentos de juegos de escondidas.
6 – 8 meses: adquisición de la posición sentada le permite incrementar su interés por los objetos próximos. Surge el placer de golpearlos violentamente contra la mesa. Deja caer los objetos esperando que se los devuelvan.
6 – 12 meses: aparecen combinaciones de objetos, el juego se enriquece. A los 8/9 meses empuja un objeto con otro, combina el continente y el contenido.
Aparece el juego del tomar y del dar que define en forma inicial la figura del interlocutor.
Es capaz de encontrar su juguete favorito entre varios objetos. El gateo, al permitirle el desplazamiento, le facilita la búsqueda de objetos que se le han escondido.
Desde una perspectiva dinámica, durante el primer año el niño realiza fundamentalmente juegos de pérdida y recuperación, de separación y de encuentro.
1 año: tipo de juego dominante, el de arrojar objetos. A veces comienza a rasgar papeles en forma sistemática. Juegos con el espejo.
12 – 18 meses: el deambulador goza de su capacidad de acción. Se desplaza activamente, corre, salta, arrastra objetos. Los juguetes que pueden rodar contribuyen al placer de la motricidad.
2 años: se enriquece el aspecto intelectual del juego. El niño se entretiene introduciendo objetos en cajas, sacando tapas y corchos, a veces intentando desatornillarlos. Hace garabatos muy torpes. El dibujo se encuentra en una fase puramente motriz.
Hasta el año el niño trata a la muñeca o al animal de felpa como a un objeto cualquiera, pero luego este juguete se transforma en un compañero, en un “otro yo”. Esta es la etapa del juego animista, en la que se establecen verdaderas relaciones personales entre el niño y el muñeco. Se expresan tanto las tendencias investigadoras como las destructivas.
Cerca de los 2 años aparece un interés particular por recipientes que el niño utiliza predominantemente para trasvasar líquidos o sólidos. Esta actividad se suele interpretar como un signo de que el niño espera la enseñanza del control esfinteriano porque desde el punto de vista de la maduración neurológica ya se encuentra preparado.
El denominado “juego paralelo” comienza como una actividad netamente individual pero que implica la satisfacción por la mera cercanía de otros niños. Se observa el juego de los mimos o se lo imita sin que medie un propósito consciente de hacerlo.
Es habitual ver al niño deambular sin un destino determinado, pero en cuyo transcurso puede realizar sucesivas acciones.
2 – 3 años: hay un aumento del interés en los varones por los autos, locomotoras y aviones, y en las niñas por las muñecas y animales. Estos juguetes les sirven para expresar tendencias y actitudes masculinas y femeninas.
La imagen gráfica despierta la curiosidad.
El juego dramático progresa, las dramatizaciones que incluyen el medio social inmediato complementan a las domésticas.
Con respecto a los juegos que involucran una actividad constructiva, se observa que mientras a los 2 años el interés por los cubos se circunscribe a su traslado, ya a los 3 años los combina, preocupándose por mantener el equilibrio, pero todavía el niño no construye con un objetivo de representación.
3 - 6 años: los juegos sexuales son frecuentes. Los más habituales son el juego del papá y la mamá y el juego del doctor. La vida de fantasía del niño se expresa ampliamente en estas actividades lúdicas, que tienen un lugar importante en el proceso de constitución progresiva de la identidad sexual.
El juego de construcción con intentos representativos aparece en el niño mayor de 5 años, quien realiza construcciones complejas y sofisticadas que utiliza asimismo en sus juegos dramáticos.
A los 4 años el niño ya posee un compañero favorito de su mismo sexo. A los 5 años se crean lazos más fuertes de amistad.
A los 5 años los varones prefieren jugar con pistolas y escopetas, soldaditos e indios, y con ciertas figuritas popularizadas por las historietas. En cambio, las niñas eligen juegos más tranquilos: vestir a sus muñecas, preparar comidas, simular relaciones sociales para las cuales utilizan frecuentemente las ropas de sus mamás.
Los juegos comienzan siendo fantásticos a los 3 años y se vuelven paulatinamente cada vez más conectados con la realidad.
A los 3 años hace garabatos a los que asigna un significado, pero su manera de identificar los objetos es caprichosa, una misma imagen puede significar diferentes modelos sucesivamente. Dibuja el hombre-renacuajo o monigote.
Posteriormente el niño dibuja lo que sabe, no lo que ve, es la etapa del realismo intelectual.
Hacia los 4 – 5 años la figura humana posee tronco y cabeza, los miembros superiores se colocan a niveles variables del tronco. Aparece el dinamismo, al principio como un simple movimiento sin objeto, después como una actividad de contacto con un objeto situado generalmente a la derecha de la figura.
Hacia los 6 años el niño adquiere la distinción entre la derecha y la izquierda.
A los 6 años el comienzo de la escolaridad marca de una manera especial la actividad lúdica. Adquieren importancia paulatina los aspectos intelectuales, y el trabajo escolar pasa a formar parte del juego; las letras y los números se transforman en juguetes. El juego de ficción continúa, pero imbuido ahora de un conocimiento más real y con una mayor discriminación de lo que es real y fantaseado.
Uno de los rasgos característicos es la separación sexual de los niños en sus juegos, separación que continuará aún en la pubertad.
A partir de los 6 continúan perfeccionándose los juegos de construcción.
8 años: etapa del realismo visual en el dibujo, el niño dibuja cada vez más lo que él ve bajo un ángulo dado, intentando graficar la perspectiva en profundidad. Dibuja la figura humana de perfil.
Según Gutton este proceso en el dibujo de la figura humana no solamente debe ser comprendido como una proyección del esquema corporal sino también como una búsqueda dialéctica para construirlo, al mismo tiempo que el niño dibuja hace un aprendizaje del conocimiento de su propio cuerpo.
El juego de reglas va tomando progresivamente el lugar de los juegos representativos, constituyen instituciones sociales. Al principio el niño utiliza reglas arbitrarias, pero luego el juego se rige por reglas convencionales, caracterizándose por realizarse en forma grupal. En el juego de reglas se dramatiza la relación que existe entre pulsión y prohibición, característica de la introducción del hombre a la sociedad. El acceso a las actividades simbólicas está constituido por renunciamientos y superaciones sucesivas que van de lo concreto a lo abstracto, y siempre en el sentido de una penetración en el mundo, más o menos dado como tal por los padres y la sociedad.
En la pubertad y adolescencia se asiste al abandono paulatino de los juguetes y juegos de la infancia. Persisten ciertos juegos estructurados o reglados, donde pueden expresarse formal o simbólicamente las tendencias hacia el ataque agresivo, la defensa, la competencia, etc. El soñar despierto, tan característico de la adolescencia surge a medida que los juguetes van siendo abandonados. En cambio, las aficiones o hobbies se hallan a mitad de camino entre el juego y el trabajo.