jueves, 15 de junio de 2017

EL PUDOR, EL ASCO Y LA VERGÜENZA EN LA CONSTITUCIÓN SUBJETIVA.

Algunas cuestiones sobre la especificidad de la consulta en Gineco-Obstetricia.
El Pudor y la vergüenza. El cuerpo femenino.

                                                                                   Marité Colovini



1-En el Area Sexualidad, Género y Reproducción estudiamos que en la etapa de latencia en los niños aparece lo que Freud llama “diques contra la sexualidad”[1]. Estos son: el asco, el pudor y la vergüenza.
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Estos diques van conteniendo la sexualidad infantil, anticipando la interiorización de la legalidad que más tarde va a situar al ser humano en condiciones de aceptar y respetar las convenciones de la comunidad humana a la que pertenece .

Veremos que así es posible comprender el por qué un niño (en nuestra cultura) que a los tres o cuatro años podía mostrarse desnudo sin inconvenientes, a partir de la latencia (6 años o más) comenzará a taparse cuando se desvista frente a extraños y aún frente a familiares; o comenzará a desarrollar asco frente a ciertas sustancias o acciones.

Este ítems es importante para  pensar en los cambios que pueden producirse en las consultas al médico en los niños y en las niñas a partir de cierta edad.
Por otro lado, el desarrollo de estos “diques”, podrá informar al médico de que el niño está creciendo, cumpliendo sus momentos constitutivos y especialmente en este caso; ingresando en el espacio social, espacio de los “otros”.[2]

Si el niño ha cambiado, es necesario que el médico también cambie su actitud respetando este momento constitutivo y encontrando los modos de no violentar al pequeño paciente en la consulta.

Los chicos no nacen con vergüenza respecto de la desnudez. Ellos aprenden a avergonzarse de su propia desnudez.


2- La vergüenza, con respecto a la desnudez[3], es relativa a la situación individual y costumbres;  no es, por lo tanto absoluta.

Por ejemplo, una mujer árabe, encontrada en estado de desnudez, cubrirá su rostro, no su cuerpo; ella descubre sus pechos sin avergonzarse, pero piensa que mostrar la parte trasera de su cabeza es todavía más indecente que la exposición de su rostro.[4]
En la naciente Palestina, las mujeres fueron obligadas a mantener sus cabezas cubiertas. Para una mujer, ser sorprendida fuera de su casa con su cabeza descubierta era razón suficiente para el divorcio.
En la China pre-revolucionaria era vergonzoso para una mujer mostrar sus pies, y en Japón, la parte trasera del cuello.
En la Francia del siglo 18, mientras cavados escotes eran comunes, era impropio exponer la punta del hombro. Herr Surén, en sus escritos de 1924, hizo notar que las mujeres turcas velaban sus rostros, las chinas ocultaban sus pies, las árabes cubrían sus nucas, y las filipinas consideraban indecente solo el ombligo.

3- El cuerpo es una forma en la que el sujeto se reconoce, con la que se hace representar, pero que se mantiene a cierta distancia, que distingue precisamente lo que es del orden del ser de lo que es del orden del tener. Es un cuerpo para mostrar o esconder, alcanzado por el pudor, un cuerpo para el placer, o el dolor, que puede obtener placer en el dolor, en fin, un cuerpo libidinal, soporte de la más poderosa fantasmática inconsciente. Superficie de inscripción del lenguaje, es un cuerpo que ha perdido la inmediatez de sus relaciones con los objetos del mundo, y que, en su sintomatología, en su enfermedad, se demuestra capaz de desafiar las leyes que rigen al organismo.

4- ¿Qué es el pudor? Jean Claude Bologne, en su tratado Histoire de le pudeur, lo define como un sentimiento de vergüenza, de recato, que una persona experimenta al hacer, considerar o atestiguar cosas de naturaleza sexual, una disposición permanente a experimentar tal sentimiento; una incomodidad ante aquello que nuestra dignidad parece prohibimos. Hay ciertos matices, pues, entre pudor corporal, sexual (dominio de la mujer) y pudor de los sentimientos (más exclusivamente masculino), así como entre pudor contingente y permanente.

 Para el psicoanálisis, si bien el pudor y la vergüenza se presentan en lo fenoménico  como campos similares, y se ofrecen casi como sinónimos, debemos hacer  algunas distinciones.
Ambos tienen una referencia a la mirada.
La inhibición parece hacer serie con el pudor, y la vergüenza. Sin embargo hay entre ellos diferencias que trataremos de precisar.

Es a nivel de las trazas de una mirada que viene a inscribirse el pudor. Y sabemos que una mirada erótica deja trazas.[5]
El pudor se ubica nivel de la constitución del sujeto y forma parte de un rasgo necesario de su posición. Como tal cumple una función y es la de que el sujeto no quede enfrentado directamente con el horror.

Si el pudor entonces es de la constitución misma del sujeto, la desinhibición en el campo de la cultura se coloca en la misma posición que la del perverso[6].
 En la intención del exhibicionista está el provocar el pudor y aún el horror en el otro. El impudor de unos viola el pudor de los otros. El pudor es también un efecto que se busca alcanzar. El pudor es una protección del sujeto y por lo tanto es importante su respeto.

La vergüenza en cambio se inscribe en la serie de la culpa y el deseo.
Es un afecto primario de la relación con el Otro, pero que el Otro destituye cuando goza con la mirada.[7] Podemos decir que la vergüenza y la culpa protegen al pudor.

Por lo tanto, es importante señalar que la vergüenza  será lo primero que aparecerá, siendo una  de las barreras con las que el sujeto defiende su pudor.
Además, si el pudor es parte de la constitución del sujeto, violarlo significa un atentado al mismo sujeto en su raíz.

Estas consideraciones servirán de marco para el tratamiento del pudor y la vergüenza en el marco de la consulta ginecológica u obstétrica.


5- El pudor y la vergüenza, entonces, son afectos eminentemente sociales, no son “instintos naturales” y deben ser puestos en relación con el contexto cultural de referencia, pero además, son índices de que quien los siente está cumpliendo su proceso de socialización.

Por lo tanto, la falta de pudor o de vergüenza pueden alertar acerca de dificultades o fallas en este proceso y en consecuencia atentar contra ellos o violentarlos es un ataque a la socialización del ser humano.


6-Lucien Israel[8] en su libro “El médico frente al enfermo” habla de la “licencia profesional” que adquiere el médico frente a la prohibición social y moral que se refiere al cuerpo de los semejantes.

El médico[9], por el hecho de serlo, se encuentra autorizado socialmente a ver, tocar e intervenir sobre el cuerpo de las personas; en tanto esto está vedado para la gente en general, salvo consentimiento expreso del semejante.
Esta licencia coloca al médico en una posición diferente al resto de sus congéneres en cuanto a la legalidad social,  pero está limitado por aquello que jura al obtener su título.[10]

El ser beneficiario de esta licencia es parte de la imagen del médico que participa del imaginario social y su  carácter sexual puede registrarse en la gran cantidad de chistes que circulan respecto a este aspecto, especialmente en relación a la “licencia” para ver el cuerpo femenino desnudo.


7-El cuerpo femenino es y ha sido a través de los tiempos objeto de ocultamiento, de misterio, de enigma; habida cuenta de que en él se produce el milagro de la vida (concepción y gestación) y de esto dan cuenta una gran cantidad de mitos y tradiciones.

La versión androcéntrica del conocimiento, así como invariantes tales como la universalidad de la premisa fálica[11] para la constitución del sujeto deseante y hablante, han colocado al cuerpo femenino y a las mujeres, en el centro de una pregunta que por siglos permanece sin respuesta.

Además, su carácter de enigma y misterio hace eminentemente atractivo a este mismo cuerpo y a sus portadoras, razón por la cual también se ha identificado a lo femenino como el núcleo de la seducción y hasta se ha comparado a la tentación que produce la mujer con las tentaciones demoníacas.

Es por esto mismo que la “licencia” antes referida como perteneciente al médico cobra toda su importancia cuando quien ingresa en la consulta médica es una mujer. Y es por esto también que los chistes antes mencionados que circulan por la cultura se refieren fundamentalmente a la posibilidad de un médico de ver y tocar cuerpos femeninos.


8-Advertir el carácter social de afectos como el pudor y la vergüenza, así como también el mismo carácter de la “licencia” concedida al médico (limitada por la ética de su práctica) nos coloca frente a una situación que podemos definir como aspectos subjetivos,  éticos y sociales de la consulta en Ginecología y Obstetricia.

Una reflexión seria sobre estos puntos, será el paso inicial para pensar en la relación médico-paciente en esta Área y en las especificidades que podrán presentarse en las consultas médicas en la misma.

Si bien es importante remarcar que la relación médico-paciente no es una técnica ni podría enseñarse a partir de prescripciones o reglas, ya que al tratarse justamente de una relación que se establece entre dos seres humanos se constituirá en cada caso como singular, creemos importante señalar estos aspectos referidos a la vergüenza y el pudor, ya que en las consultas donde el paciente es mujer generalmente estarán presentes no sólo en las pacientes, sino también en el médico.

O sea, insistimos, que no sólo la paciente presentará vergüenza y pudor frente a la consulta sino que también el médico puede encontrarse afectado por tales sentimientos.
Vemos aquí cómo lo subjetivo, lo social y lo ético tiene su presencia efectiva a través de afectos  en el marco de la tarea del médico.

Rechazar los sentimientos que se suscitan en la práctica médica puede llevar muchas veces a dificultades importantes  en la relación médico-paciente[12].
No desconocemos la necesaria “disociación operativa”[13] con la que el médico debe poder contar para desarrollar su práctica, pero acentuamos que se trata de una disociación y no de un rechazo. Disociar implica no desconocer y cuando no se desconocen los propios afectos también se aceptan en el sujeto humano que se tiene enfrente. En el acto de rechazar los propios sentimientos, también se rechazan los del paciente, lo que lleva a una deshumanización de la práctica médica

9-Para concluir, vamos a situar un ejemplo de situaciones que podrían presentarse en la consulta en Ginecología y Obstetricia donde se ponga de manifiesto los sentimientos de pudor y vergüenza.

Una adolescente que consulta primera vez a un especialista en Ginecologíay/o Obstetricia seguramente lo hará en el marco de su crisis respecto a las transformaciones corporales (transformaciones que como ya estudiamos[14] se refieren a la adquisición de un cuerpo sexuado), lo que tendrá que ser recordado por el médico al atenderla.(Especialmente la ambigüedad respecto a la aceptación y al rechazo de su cuerpo sexuado).

Por otro lado, cuando tenga que descubrir su cuerpo frente al médico experimentará sentimientos que probablemente sean nuevos para ella, ya que se sentirá mirada como mujer cuando hasta hace muy poco lo era como una niña. Esto puede intensificar los afectos de pudor y vergüenza aún si el médico es del mismo sexo.

Es necesario en estas situaciones, tomarse el tiempo suficiente para que los sentimientos de confianza se establezcan, recordando siempre que es el profesional el que debe ser “paciente” y esperar que la relación médico-paciente adquiera una consistencia tal que permita a la paciente contrarrestar sus  afectos.

Los cuidados que se toman en el exámen ginecológico contribuyen seguramente a establecer condiciones que tomen en cuenta los afectos mencionados; pero también la actitud del médico, el tono de sus palabras, la discreción de su mirada y el respeto que trasunten sus acciones serán muy importantes para que la consulta se desarrolle en las mejores condiciones.

Este ejemplo, si bien habla de una adolescente en su primera consulta, ejemplifica por el caso máximo lo que seguramente sucede en cada consulta ginecológica, aún tratándose de mujeres adultas .

Conocer y reflexionar sobre la especificidad de la subjetividad femenina puede ayudar en mucho a la tarea del médico y por sobre todo, situarlo en condición de poder afrontar la relación con su paciente de forma tal que la práctica médica resulta eficaz y ética.







[1] En los primeros años el niño ya ha encontrado muchas formas de obtener placer y las ejercita sin reparos, ya que los "diques anímicos" contra las extralimitaciones sexuales (el pudor, la repugnancia, la moral) no están desarrolladas aún. Cuando estas instancias se comienzan a desarrollar en el proceso de socialización, este brote precoz de la sexualidad cae bajo la represión, sospechando Freud que esto se relacione con la particular amnesia que los adultos tenemos sobre los primeros años de nuestra infancia
[2] Este es un ejemplo de indicadores de momentos del desarrollo y operaciones lógicas de constitución subjetiva. Estudiaremos estos indicadores al cursar el Área Pediatría.
[3] El desnudo, por su parte, es una categoría de representación artística; en contraste, la desnudez es el estado que consiste en estar desvestido y que "implica cierto grado de embarrassment [vergüenza, turbación]". El desnudo, tal y como lo analizó Kenneth Clark, es uno de los valores formales de la estética; pero, y así lo demostraron algunos críticos contemporáneos (entre ellos John Berger), resulta ser también un eslabón del discurso sobre la jerarquía, el poder y las cuestiones de género, cuya investigación ha cobrado tanta importancia a partir de la crítica feminista de los años setenta.
[4]  James Laver hace notar que "una campesina árabe, encontrada en los campos sin su velo, pondrá su falda sobre su cabeza, exponiendo de este modo, lo que para la mente occidental, es una mucho más avergonzante parte de la anatomía."
[5] Hemos estudiado en Crecimiento y Desarrollo la importancia de la mirada materna para la constitución del yo del niño. Esta mirada está cargada de erotismo y deja sus trazas.
[6] Iremos construyendo los conceptos inherentes a la Clínica Psiquiátrica y Psicológica en las sucesivas Areas de este nuevo Ciclo. Por ahora es importante retener que neurosis, psicosis y perversión conforman una tríada constitutiva de esta Clínica.
[7] Este punto es muy importante para situar la necesaria discreción de la mirada del médico.
[8] Israel, L. El médico frente al enfermo. Los libros de la frontera. Barcelona 1976. Edición agotada. Hay fotocopias en Recursos Educativos. Capítulo 9: La imagen del médico.
[9] También el/la enfermero/a.
[10] “…..iré por el beneficio de los enfermos, absteniéndome de todo error voluntario y corrupción, y de la lasciva con las mujeres u hombres libres o esclavos. Guardaré silencio sobre todo aquello que en mi profesión, o fuera de ella, oiga o vea en la vida de los hombres que no deban ser público, manteniendo estas cosas de manera que no se pueda hablar de ellas….”. Del Juramento Hipocrático HIPÓCRATES año 460 a.c. . Consultar en: http://www.gerenciasalud.com/eticamedica.htm

[11] Recuperar del Area Sexualidad, género y reproducción el tema Complejo de Edipo, etapas del desarrollo libidinal, etc.
[12] Pujó, M. El remedio o la enfermedad. Publicado en Poubellication Lacaneana Nº 4. Laberintos Editorial, Buenos Aires, 1993. “Cuando se recurre a la noción de una "relación médico-paciente", para explicar lo que primero se desecha, reintroduciendo como un factor exterior lo que durante siglos constituyó la medicina misma, se desatiende que esta relación, que inscribe en una conjunción de términos la idea de una reciprocidad, está afectada por una profunda disimetría. La que instaura la disparidad de posiciones que se plantea en toda demanda, entre aquel que pide y aquel a quien este pedido se dirige; demanda que habitualmente se efectiviza en circunstancias caracterizadas por el dolor, el sufrimiento, la enfermedad. Lo que hace que las expectativas del paciente en cuanto a lo médico excedan en mucho el reducido espacio de la objetividad al que el médico se encuentra preparado para legitimar”.
[13] Este concepto: “disociación operativa”, ha sido muchas veces confundido con “objetividad” o con la recomendación de no dejar actuar a los elementos subjetivos del médico en su tarea. Creemos que es importante que el médico pueda situarse en su papel profesional para su labor y por lo tanto no actuar con el paciente como en las otras relaciones interhumanas, pero sabemos que no es posible pretender transformar al médico en el símil de una “máquina inteligente”. La disociación que el médico necesita para poder operar como tal es un recurso que se adquiere a lo largo de la práctica médica y en el que insistiremos a lo largo de esta carrera enfatizando que tal disociación no es sinónimo del rechazo de la subjetividad del médico sino y fundamentalmente es aceptación de esa subjetividad y reflexión sobre la misma.
[14] Recuperar contenidos del Area Sexualidad, Género y reproducción.

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