Algunas cuestiones sobre la especificidad de la consulta en
Gineco-Obstetricia.
El Pudor y la vergüenza. El cuerpo femenino.
Marité Colovini
1-En el Area Sexualidad, Género y
Reproducción estudiamos que en la etapa de latencia en los niños aparece lo que
Freud llama “diques contra la
sexualidad”[1].
Estos son: el asco, el pudor y la vergüenza.
.
Estos diques van conteniendo la
sexualidad infantil, anticipando la interiorización de la legalidad que más
tarde va a situar al ser humano en condiciones de aceptar y respetar las
convenciones de la comunidad humana a la que pertenece .
Veremos que así es posible
comprender el por qué un niño (en nuestra cultura) que a los tres o cuatro años
podía mostrarse desnudo sin inconvenientes, a partir de la latencia (6 años o
más) comenzará a taparse cuando se desvista frente a extraños y aún frente a
familiares; o comenzará a desarrollar asco frente a ciertas sustancias o
acciones.
Este ítems es importante
para pensar en los cambios que pueden
producirse en las consultas al médico en los niños y en las niñas a partir de
cierta edad.
Por otro lado, el desarrollo de estos “diques”, podrá
informar al médico de que el niño está creciendo, cumpliendo sus momentos
constitutivos y especialmente en este caso; ingresando en el espacio social,
espacio de los “otros”.[2]
Si el niño ha cambiado, es necesario que el médico también cambie su
actitud respetando este momento constitutivo y encontrando los modos de no
violentar al pequeño paciente en la consulta.
Los chicos no nacen con vergüenza
respecto de la desnudez. Ellos aprenden
a avergonzarse de su propia desnudez.
2- La vergüenza, con respecto a
la desnudez[3], es relativa a la situación
individual y costumbres; no es, por lo
tanto absoluta.
Por ejemplo, una mujer árabe,
encontrada en estado de desnudez, cubrirá su rostro, no su cuerpo; ella
descubre sus pechos sin avergonzarse, pero piensa que mostrar la parte trasera
de su cabeza es todavía más indecente que la exposición de su rostro.[4]
En la naciente Palestina, las
mujeres fueron obligadas a mantener sus cabezas cubiertas. Para una mujer, ser
sorprendida fuera de su casa con su cabeza descubierta era razón suficiente
para el divorcio.
En la China pre-revolucionaria
era vergonzoso para una mujer mostrar sus pies, y en Japón, la parte trasera
del cuello.
En la Francia del siglo 18,
mientras cavados escotes eran comunes, era impropio exponer la punta del
hombro. Herr Surén, en sus escritos de 1924, hizo notar que las mujeres turcas
velaban sus rostros, las chinas ocultaban sus pies, las árabes cubrían sus
nucas, y las filipinas consideraban indecente solo el ombligo.
3- El cuerpo es una forma en la que
el sujeto se reconoce, con la que se hace representar, pero que se mantiene a
cierta distancia, que distingue precisamente lo que es del orden del ser de lo
que es del orden del tener. Es un cuerpo
para mostrar o esconder, alcanzado por el pudor, un cuerpo para el placer, o el
dolor, que puede obtener placer en el dolor, en
fin, un cuerpo libidinal, soporte de la más poderosa fantasmática inconsciente. Superficie de inscripción del
lenguaje, es un cuerpo que ha perdido la inmediatez de sus relaciones con los
objetos del mundo, y que, en su sintomatología, en su enfermedad, se demuestra
capaz de desafiar las leyes que rigen al organismo.
4- ¿Qué es el pudor? Jean Claude
Bologne, en su tratado Histoire de le
pudeur, lo define como un sentimiento de vergüenza, de recato, que una
persona experimenta al hacer, considerar o atestiguar cosas de naturaleza
sexual, una disposición permanente a experimentar tal sentimiento; una
incomodidad ante aquello que nuestra dignidad parece prohibimos. Hay ciertos
matices, pues, entre pudor corporal, sexual (dominio de la mujer) y pudor de
los sentimientos (más exclusivamente masculino), así como entre pudor
contingente y permanente.
Para el psicoanálisis, si bien el pudor y la vergüenza se
presentan en lo fenoménico como campos
similares, y se ofrecen casi como sinónimos, debemos hacer algunas distinciones.
Ambos tienen una referencia a la mirada.
La inhibición parece hacer serie con el
pudor, y la vergüenza. Sin embargo hay entre ellos diferencias que trataremos
de precisar.
Es a nivel de las trazas de una mirada que
viene a inscribirse el pudor. Y sabemos que una mirada erótica deja trazas.[5]
El pudor se ubica
nivel de la constitución del sujeto y forma parte de un rasgo necesario de su
posición. Como tal cumple una función y es la de que el sujeto no quede
enfrentado directamente con el horror.
Si el pudor entonces es de la constitución
misma del sujeto, la desinhibición en el campo de la cultura se coloca en la
misma posición que la del perverso[6].
En la
intención del exhibicionista está el provocar el pudor y aún el horror en el
otro. El impudor de unos viola el pudor de los otros. El pudor es también un
efecto que se busca alcanzar. El pudor es una protección del sujeto y por lo
tanto es importante su respeto.
La vergüenza en
cambio se inscribe en la serie de la culpa y el deseo.
Es un afecto
primario de la relación con el Otro, pero que el Otro destituye cuando goza con
la mirada.[7]
Podemos decir que la vergüenza y la culpa protegen al pudor.
Por lo tanto, es importante señalar que la vergüenza será lo primero que aparecerá, siendo
una de las barreras con las que el
sujeto defiende su pudor.
Además, si
el pudor es parte de la constitución del sujeto, violarlo significa un atentado
al mismo sujeto en su raíz.
Estas consideraciones servirán de marco para
el tratamiento del pudor y la vergüenza en el marco de la consulta ginecológica
u obstétrica.
5- El pudor y la vergüenza, entonces, son afectos eminentemente sociales,
no son “instintos naturales” y deben ser puestos en relación con el contexto
cultural de referencia, pero además, son índices de que quien los siente está
cumpliendo su proceso de socialización.
Por lo tanto, la falta de pudor o de vergüenza pueden alertar acerca de
dificultades o fallas en este proceso y en consecuencia atentar contra ellos o
violentarlos es un ataque a la socialización del ser humano.
6-Lucien Israel[8] en su
libro “El médico frente al enfermo” habla de la “licencia profesional” que
adquiere el médico frente a la prohibición social y moral que se refiere al
cuerpo de los semejantes.
El médico[9],
por el hecho de serlo, se encuentra autorizado socialmente a ver, tocar e
intervenir sobre el cuerpo de las personas; en tanto esto está vedado para la
gente en general, salvo consentimiento expreso del semejante.
Esta licencia coloca al médico en una posición diferente al resto de
sus congéneres en cuanto a la legalidad social, pero está limitado por aquello que jura al
obtener su título.[10]
El ser beneficiario de esta
licencia es parte de la imagen del médico que participa del imaginario social y
su carácter sexual puede registrarse en
la gran cantidad de chistes que circulan respecto a este aspecto, especialmente
en relación a la “licencia” para ver el cuerpo femenino desnudo.
7-El cuerpo femenino es y ha sido
a través de los tiempos objeto de ocultamiento, de misterio, de enigma; habida
cuenta de que en él se produce el milagro de la vida (concepción y gestación) y
de esto dan cuenta una gran cantidad de mitos y tradiciones.
La versión androcéntrica del
conocimiento, así como invariantes tales como la universalidad de la premisa
fálica[11] para
la constitución del sujeto deseante y hablante, han colocado al cuerpo femenino
y a las mujeres, en el centro de una pregunta que por siglos permanece sin
respuesta.
Además, su carácter de enigma y
misterio hace eminentemente atractivo a este mismo cuerpo y a sus portadoras,
razón por la cual también se ha identificado a lo femenino como el núcleo de la
seducción y hasta se ha comparado a la tentación que produce la mujer con las
tentaciones demoníacas.
Es por esto mismo que la
“licencia” antes referida como perteneciente al médico cobra toda su
importancia cuando quien ingresa en la consulta médica es una mujer. Y es por
esto también que los chistes antes mencionados que circulan por la cultura se
refieren fundamentalmente a la posibilidad de un médico de ver y tocar cuerpos
femeninos.
8-Advertir el carácter social de afectos como el pudor y la vergüenza,
así como también el mismo carácter de la “licencia” concedida al médico
(limitada por la ética de su práctica) nos coloca frente a una situación que
podemos definir como aspectos subjetivos,
éticos y sociales de la consulta en Ginecología y Obstetricia.
Una reflexión seria sobre estos
puntos, será el paso inicial para pensar en la relación médico-paciente en esta
Área y en las especificidades que podrán presentarse en las consultas médicas
en la misma.
Si bien es importante remarcar
que la relación médico-paciente no es
una técnica ni podría enseñarse a partir de prescripciones o reglas, ya que
al tratarse justamente de una relación que se establece entre dos seres humanos
se constituirá en cada caso como
singular, creemos importante señalar estos aspectos referidos a la
vergüenza y el pudor, ya que en las consultas donde el paciente es mujer
generalmente estarán presentes no sólo en las pacientes, sino también en el
médico.
O sea, insistimos, que no sólo la paciente presentará vergüenza y pudor
frente a la consulta sino que también el médico puede encontrarse afectado por
tales sentimientos.
Vemos aquí cómo lo subjetivo, lo social y lo ético tiene su presencia
efectiva a través de afectos en el marco
de la tarea del médico.
Rechazar los sentimientos que se
suscitan en la práctica médica puede llevar muchas veces a dificultades
importantes en la relación
médico-paciente[12].
No desconocemos la necesaria “disociación
operativa”[13] con la que el médico debe
poder contar para desarrollar su práctica, pero acentuamos que se trata de una
disociación y no de un rechazo. Disociar implica no desconocer y cuando no se
desconocen los propios afectos también se aceptan en el sujeto humano que se
tiene enfrente. En el acto de rechazar
los propios sentimientos, también se rechazan los del paciente, lo que lleva a
una deshumanización de la práctica médica
9-Para concluir, vamos a situar un
ejemplo de situaciones que podrían presentarse en la consulta en Ginecología y
Obstetricia donde se ponga de manifiesto los sentimientos de pudor y vergüenza.
Una adolescente que consulta
primera vez a un especialista en Ginecologíay/o Obstetricia seguramente lo hará
en el marco de su crisis respecto a las transformaciones corporales
(transformaciones que como ya estudiamos[14] se
refieren a la adquisición de un cuerpo sexuado), lo que tendrá que ser
recordado por el médico al atenderla.(Especialmente la ambigüedad respecto a la
aceptación y al rechazo de su cuerpo sexuado).
Por otro lado, cuando tenga que
descubrir su cuerpo frente al médico experimentará sentimientos que
probablemente sean nuevos para ella, ya que se sentirá mirada como mujer cuando
hasta hace muy poco lo era como una niña. Esto puede intensificar los afectos
de pudor y vergüenza aún si el médico es del mismo sexo.
Es necesario en estas
situaciones, tomarse el tiempo suficiente para que los sentimientos de
confianza se establezcan, recordando siempre que es el profesional el que debe ser “paciente” y esperar que la relación
médico-paciente adquiera una consistencia tal que permita a la paciente
contrarrestar sus afectos.
Los cuidados que se toman en el
exámen ginecológico contribuyen seguramente a establecer condiciones que tomen
en cuenta los afectos mencionados; pero
también la actitud del médico, el tono de sus palabras, la discreción de su
mirada y el respeto que trasunten sus acciones serán muy importantes para que
la consulta se desarrolle en las mejores condiciones.
Este ejemplo, si bien habla de
una adolescente en su primera consulta, ejemplifica por el caso máximo lo que
seguramente sucede en cada consulta ginecológica, aún tratándose de mujeres
adultas .
Conocer y reflexionar sobre la
especificidad de la subjetividad femenina puede ayudar en mucho a la tarea del
médico y por sobre todo, situarlo en condición de poder afrontar la relación
con su paciente de forma tal que la práctica médica resulta eficaz y ética.
[1] En los
primeros años el niño ya ha encontrado muchas formas de obtener placer y las
ejercita sin reparos, ya que los "diques anímicos" contra las
extralimitaciones sexuales (el pudor, la repugnancia, la moral) no están
desarrolladas aún. Cuando estas instancias se comienzan a desarrollar en el proceso
de socialización, este brote precoz de la sexualidad cae bajo la represión,
sospechando Freud que esto se relacione con la particular amnesia que los
adultos tenemos sobre los primeros años de nuestra infancia
[2] Este es un ejemplo de indicadores de momentos
del desarrollo y operaciones lógicas de constitución subjetiva. Estudiaremos
estos indicadores al cursar el Área Pediatría.
[3] El desnudo, por su parte,
es una categoría de representación artística; en contraste, la desnudez es el
estado que consiste en estar desvestido y que "implica cierto grado de embarrassment [vergüenza,
turbación]". El desnudo, tal y como lo analizó Kenneth Clark, es uno de
los valores formales de la estética; pero, y así lo demostraron algunos
críticos contemporáneos (entre ellos John Berger), resulta ser también un
eslabón del discurso sobre la jerarquía, el poder y las cuestiones de género,
cuya investigación ha cobrado tanta importancia a partir de la crítica
feminista de los años setenta.
[4] James Laver hace notar que "una
campesina árabe, encontrada en los campos sin su velo, pondrá su falda sobre su
cabeza, exponiendo de este modo, lo que para la mente occidental, es una mucho
más avergonzante parte de la anatomía."
[5] Hemos estudiado en
Crecimiento y Desarrollo la importancia de la mirada materna para la
constitución del yo del niño. Esta mirada está cargada de erotismo y deja sus
trazas.
[6] Iremos construyendo los
conceptos inherentes a la Clínica Psiquiátrica y Psicológica en las
sucesivas Areas de este nuevo Ciclo. Por ahora es importante retener que neurosis, psicosis y perversión
conforman una tríada constitutiva de esta Clínica.
[7] Este punto es muy
importante para situar la necesaria discreción
de la mirada del médico.
[8] Israel, L. El médico
frente al enfermo. Los libros de la frontera. Barcelona 1976. Edición agotada.
Hay fotocopias en Recursos Educativos. Capítulo 9: La imagen del médico.
[9] También el/la enfermero/a.
[10] “…..iré por el beneficio de los enfermos, absteniéndome
de todo error voluntario y corrupción, y de la lasciva con las mujeres u
hombres libres o esclavos. Guardaré silencio sobre todo aquello que en mi
profesión, o fuera de ella, oiga o vea en la vida de los hombres que no deban
ser público, manteniendo estas cosas de manera que no se pueda hablar de
ellas….”. Del Juramento Hipocrático HIPÓCRATES año 460 a .c. . Consultar en: http://www.gerenciasalud.com/eticamedica.htm
[11] Recuperar del Area
Sexualidad, género y reproducción el tema Complejo de Edipo, etapas del
desarrollo libidinal, etc.
[12] Pujó, M. El remedio o la enfermedad. Publicado en
Poubellication Lacaneana Nº 4. Laberintos Editorial, Buenos Aires, 1993. “Cuando se recurre a la noción de
una "relación médico-paciente",
para explicar lo que primero se desecha, reintroduciendo como un factor exterior
lo que durante siglos constituyó la medicina misma, se desatiende que esta
relación, que inscribe en una conjunción de términos la idea de una
reciprocidad, está afectada por una profunda disimetría. La que instaura la
disparidad de posiciones que se plantea en toda demanda, entre aquel que pide y
aquel a quien este pedido se dirige; demanda que habitualmente se efectiviza en
circunstancias caracterizadas por el dolor, el sufrimiento, la enfermedad. Lo
que hace que las expectativas del paciente en cuanto a lo médico excedan en
mucho el reducido espacio de la objetividad al que el médico se encuentra
preparado para legitimar”.
[13] Este concepto: “disociación
operativa”, ha sido muchas veces confundido con “objetividad” o con la
recomendación de no dejar actuar a los elementos subjetivos del médico en su
tarea. Creemos que es importante que el médico pueda situarse en su papel
profesional para su labor y por lo tanto no actuar con el paciente como en las
otras relaciones interhumanas, pero sabemos que no es posible pretender
transformar al médico en el símil de una “máquina inteligente”. La disociación
que el médico necesita para poder operar como tal es un recurso que se adquiere
a lo largo de la práctica médica y en el que insistiremos a lo largo de esta
carrera enfatizando que tal disociación no es sinónimo del rechazo de la
subjetividad del médico sino y fundamentalmente es aceptación de esa
subjetividad y reflexión sobre la misma.
[14] Recuperar contenidos del Area Sexualidad,
Género y reproducción.